martes, 25 de enero de 2011

80/20 de Wilfredo Pareto

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Pareto enunció el principio 80/20 basándose en el denominado conocimiento empírico. Observó que la gente en su sociedad se dividía naturalmente entre los «pocos de mucho» y los «muchos de poco»; se establecían así dos grupos de proporciones 80-20 tales que el grupo minoritario, formado por un 20% de población, ostentaba el 80% de algo y el grupo mayoritario, formado por un 80% de población, el 20% de ese mismo algo.
Estas cifras son arbitrarias; no son exactas y pueden variar. Su aplicación reside en la descripción de un fenómeno y, como tal, es aproximada y adaptable a cada caso particular.
El principio de Pareto se ha aplicado con éxito a los ámbitos de la política y la Economía. Se describió cómo una población en la que aproximadamente el 20% ostentaba el 80% del poder político y la abundancia económica, mientras que el otro 80% de población, lo que Pareto denominó «las masas», se repartía el 20% restante de la riqueza y tenía poca influencia política. Así sucede, en líneas generales, con el reparto de los bienes naturales y la riqueza mundial.
Una de las aplicaciones más conocidas es su uso para análisis de ventas o comercial. Las compañías que realizan un análisis de facturación respecto al número de clientes constatan que, aproximadamente, el 80% de la facturación depende del 20% de los clientes. Casi nunca se observa una relación 80-20 exacta, pero la desproporción entre ventas y número de clientes suele ser cierta. Con esta información se puede decidir qué clientes son estratégicos (hay que cuidar) y cuáles tienen menor importancia.
El principio de Pareto también se utilizar para analizar el surtido o gama de productos que vende una empresa comercial. El 80% de la facturación proviene del 20% del catálogo de productos. En general, el principio de Pareto permite analizar una situación y facilitar la toma de decisiones estratégicas trabajando con datos reales.
No obstante, el principio de Pareto permite utilizar herramientas de gestión, como el diagrama de Pareto, que se usa ampliamente en temas de control de calidad (el 80% de los defectos radican en el 20% de los procesos). Así, de forma relativamente sencilla, aparecen los distintos elementos que participan en un fallo y se pueden identificar los problemas realmente relevantes, que acarrean el mayor porcentaje de errores.
De la misma manera, en el mundo de la Economía, la Política, etc., el principio de Pareto puede ser enunciado de diferentes formas, resumiendo en cierto modo aquel dicho de…”Para lo que me pagan, mucho trabajo y para lo que trabajo, mucho me pagan”, vamos, que el 80% sólo cobra un 20% de los rendimientos del negocio…….

Marc de Zabaleta
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domingo, 9 de enero de 2011

La crisis de 1929

Parece fácil recordar la fecha (29 de Octubre de 1929) del desplome bursátil de Wall Street, inicio de la , hasta ahora, mayor crisis financiera y económica a nivel mundial. Vamos a comentar el escenario en que se produjo:  Alto consumo, Ventas a plazos, Confianza en la capacidad industrial/empresarial de los EEUU…y Euforia bursátil.
La Bolsa no dejaba de subir y las familias se endeudaban para seguir comprando acciones. Una acción que cotizaba a 2 dólares en 1921, ¡se negociaba a 119 dólares en 1929! Gran número de Bancos y una política de dinero barato, servían para “echar leña” al fuego inversor.
Un buen día, en Octubre de 1929, esta burbuja de constante crecimiento, reventó. El recién elegido presidente Herbert Clark Hoover, estimó que la economía se estabilizaría por sí misma. Y no hicieron prácticamente nada. La crisis se extendió por todo el mundo. Solamente Rusia y Japón se mantuvieron al margen.
Hubo que esperar a un nuevo Presidente, Franklin D. Roosevelt en 1933, para iniciar el “New Deal” con un importante Plan de Inversiones combinado con la devaluación del dólar y con subvenciones, tanto a la agricultura como a la industria. Aumentaron las Exportaciones y la economía se reactivó. Supo combinar la política monetaria y la política fiscal (¿les suena Keynes?)
¿Qué pasaba en Europa? La falta de confianza de los inversores y la retirada de capitales afectó a todos los países, pero el más perjudicado fue Alemania. En Enero de 1933 tenía 6 millones de parados. Tras las elecciones, el nuevo Gobierno puso en marcha una política económica “de libro”, con obras públicas que construyeron la mayor red de autopistas en Europa, una potente reindustrialización (automóvil, textil, energía…) y un coherente apoyo a la agricultura. Y todo ello se financió con una discreta inflación, gracias a empréstitos vía acuerdos bilaterales. En 1938 sólo había 400.000 parados en Alemania.
Muchos de los aspectos comentados nos recuerdan a la crisis actual, y si hace 75 años se consiguió superar aquella catastrófica situación, debemos ahora ser coherentes y moderadamente optimistas.
La confianza financiera se recupera si los Gobiernos saben actuar a tiempo. Galbraith dijo “hay dos clases de economistas, los que no saben nada y los que no saben ni eso”.
Mark de Zabaleta
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